En la vida, habrá momentos en los que nos encontremos bien y tenemos la oportunidad de ayudar a los demás y habrá momentos en los que debemos permitir que nos ayuden, porque los seres humanos dependemos de la convivencia para la supervivencia. Apóyate en tus seres queridos, es necesario estar junto a ellos, para crear solidaridad, para identificarnos, para reconocernos, para fortalecernos y empoderarnos. La convivencia y el amor son fundamentales para llevar una vida en la que nos podamos sentir realizados y en la que podamos gozar con plenitud y sufrir con dignidad.
Ayuda a los que te rodean, con mucho amor, cariño y entrega, sin esperar nunca transformar a la persona que ayudas, no pretendes sustituir a los demás porque cada quien debe encontrar su propio camino y no se puede esperar que nunca salgamos lastimados. Por mucho que lo intentemos, no podemos evitar que nuestros seres queridos no sufran en algún momento, pero también cabe decir que esas experiencias pueden ser valiosas para el desarrollo personal y nos ayudarán a emprender nuestros caminos y ser más impertérritos ante los momentos de dificultad que puedan surgir a lo largo de la vida.
Hay momentos para dar y para recibir y tenemos que aprender a distinguirlos y ser receptivos en ambos casos. Comparte y sé bondadoso con los que te rodean, ve en el otro tu propio espejo y ayudar a encaminarlo y orientarlo y deja que haga lo mismo por ti. Agarrémonos de la mano y andemos juntos hacia la paz, cada uno apoyando al prójimo en su camino. Sin embargo, todos necesitamos caminar con nuestros propios pies para aprender a vivir y sobrellevar cada día por muy difícil y doloroso que sea en determinados momentos de la vida. Cada persona es responsable de levantarse cada mañana y decidir qué va a hacer de ese día, cada quien decide con qué nivel de altura se va a afrentar a los retos que se nos presentan a diario.
El amor y el apoyo de nuestros seres queridos puede ayudar a apaciguar el duelo que sentimos pero si nosotros mismos no nos proponemos el reto de afrontar cada día con la cabeza en alto no alcanzaremos nunca al verdadero paz interior. Sufrir es inevitable en nuestro recorrido por este mundo hemos de aprender sobrellevar cada momento con tenacidad y experimentar cada sentimiento con valentía. Construye tu felicidad dentro de ti mismo y luego podrás compartirla con la gente cerca de ti. Mira más allá de la penumbra y recuerda siempre que la luz ha de volver.