La vida se trata de la forma en que elegimos ver la situación que estamos viendo. La vida no nos permite tener el control total de lo que sucede en nuestro entorno o incluso de lo que nos sucede y lo que nos afecta a nosotros en nuestras vidas personales. El año pasado ha sido especialmente un ejemplo de esta ley de la naturaleza de la vida. Solo podemos elegir tener el control de nuestra forma de pensar y de cómo reaccionamos a las situaciones que la vida nos presenta. El antiguo dicho «cuando una puerta se cierra, otra se abre» es uno que se ha repetido con tanta frecuencia que incluso puede parecer un cliché o una trivialidad. Sin embargo, resulta cada vez más cierto con el paso del tiempo, por lo que es un dicho que hemos escuchado una y otra vez y probablemente seguiremos escuchando. La dificultad radica en poder identificar la nueva puerta que se ha abierto. La capacidad de ver la nueva oportunidad tiene mucho que ver con nuestra forma de pensar y nuestra voluntad y deseo de verla.
En la vida pasaremos por muchas etapas distintas y experimentamos muchos cambios, y cuando una etapa de nuestra vida llega a su fin, ya sea buena o mala, puede causar mucha ansiedad y puede hacer que deseemos resistir el cambio porque una gran parte de la naturaleza humana es temer lo desconocido. Esto puede hacernos dudar de las oportunidades que puedan surgir. Cuando las cosas no salen como queremos y puerta tras puerta parece cerrarse a nosotros, es fácil volverse pesimista sobre el futuro y tal vez incluso comenzar a sentirnos inseguros por lo que percibimos como una incapacidad para tener éxito. Incluso podríamos sentirnos tentados a auto-sabotearnos y obstaculizar nuestro propio crecimiento personal. El pesimismo nos hace ver solo dificultades y obstáculos en cada oportunidad que se nos presenta. Los fracasos son invitaciones para volver a intentarlo y reinventarse y, por lo tanto, no deben considerarse más que una oportunidad. Si elegimos el optimismo como nuestra mentalidad dominante, a pesar de todas las innumerables dificultades que podemos identificar, entonces podemos ver cada situación como una invitación y una oportunidad. Esto nos llevará a vivir una vida más plena y ayudará a minimizar la fuerza del golpe que podamos sentir que estamos recibiendo cuando algo no sale como queremos. No nos centramos en la puerta que se ha cerrado, no nos lamentamos y no nos preocupamos. En cambio, el optimismo siempre nos permitirá disfrutar del presente y mirar hacia el futuro, al día siguiente y a la próxima oportunidad.
Todos vamos a enfrentar contratiempos y obstáculos en nuestro camino, pero no obstante, debemos proponernos la meta diaria de no ser tan pesimistas que permitamos que los obstáculos nos impidan perseguir lo que realmente queremos e intentar una y otra vez lograrlo. Una mentalidad optimista nos ayudará a no limitarnos a lo que ocurre en nuestro entorno y nos permitirá tomar el control de nuestro propio corazón y mente sobre todo. Es una práctica diaria y, si bien es indudable que es más fácil decirlo que hacerlo, las recompensas siempre valdrán la pena porque la recompensa es la tranquilidad del corazón y la mente.