“A mi modo de ver, si quieres el arcoíris, tienes que aguantar la lluvia”. – Dolly Parton
Todos conocemos la romantización del verano que prevalece en nuestra cultura, pero también somos conscientes de que esta temporada no siempre está a la altura del ideal romántico. La cultura popular siempre está llena de imágenes del verano como una época para dejarse llevar, relajarse y disfrutar. Sin embargo, también sabemos que el verano también puede estar lleno de épocas turbulentas y estresantes. Es un momento de transición y cambio tanto como un momento para tomar un respiro. El verano está lleno de tantas tormentas como sol, tanto literal como figuradamente. La vida está llena de contrastes drásticos, y el verano es la época en la que la naturaleza revela más su dualidad. Experimentamos intensas tormentas de verano pero justo después viene la calma y si tenemos suerte, sale un arcoiris para alegrar nuestras vidas y recordarnos la belleza que proviene de cada tempestad.
Este doble caracter del verano también se refleja en nuestra vida personal. El verano es una época del año que parece estar llena de infinitas posibilidades, pero a menudo también está llena de muchos obstáculos. Pese a todo, cada año hemos logrado salir al otro lado de todos los altibajos que siempre trae esta temporada. Sea lo que sea lo que nos espera este verano, debemos recordar que saldremos del otro lado y debemos seguir aferrándonos a la promesa de la esperanza y permanecer abiertos a la belleza que la vida siempre nos está mostrando si tan solo estamos dispuestos a verla. Si tenemos suerte, también podemos lograr aprender algo de esta temporada que podemos llevar con nosotros durante el resto del año y que, con suerte, puede transformarnos y hacernos más fuertes. Si además logramos ponerle cabeza, también podremos ver la belleza en cada situación, sea buena o mala. A veces se presenta en la forma obvia de un arcoiris o en cualquier tipo de recompensa obvia que se nos presenta. Sin embargo, otras veces tenemos que crear el arcoíris en nuestras propias vidas y darnos cuenta de que a veces la recompensa y la belleza de los tiempos turbulentos es poder crear nuestro propio rayo de luz y color impresionante dentro de nosotros mismos.
La mayoría de la gente se regocija al ver un arcoiris que generalmente indica el final de la tormenta del día. Es hermoso, brillante, colorido y despierta nuestro sentido de asombro. Siempre debemos recordar que no existiría un arcoiris sin lluvia, y así es la vida. La vida tendrá sus altibajos, sus tormentas y sus arcoíris, y los buenos tiempos seguidos de los malos, y viceversa. Esta dualidad de naturaleza y de vida es lo que nos recuerda que estamos vivos y que siempre hay algo que esperar y que siempre nos sorprenderá lo que la vida nos depare. Debemos estar abiertos a las sorpresas de la vida y a todos sus altibajos para poder ver el arcoíris al final de la tormenta, que siempre simbolizará mejores días por venir.