Las madres son uno de los mejores regalos de la vida. Las madres son figuras que se preocupan por nosotros, nos cuidan, y nos aman incondicionalmente. La figura materna en nuestras vidas no siempre es nuestra madre «biológica», pero todos tienen una figura en su vida de una mujer que los cuidó y los quiso incondicionalmente como lo haría una madre. Es tanto una alegría como un honor celebrar a las madres en nuestras vidas cada año cuando llega el Día de la Madre. Merecen ser celebradas por su trabajo, amor y devoción a diario, pero, no obstante, es maravilloso tener un día específico tallado en su honor para agradecerles por toda su bondad de espíritu. Somos quienes somos gracias a las mujeres que nos han criado y cuidado y nunca debemos dar por sentado su devoción y sacrificio.
Sin embargo, para aquellos cuyas madres pueden haber fallecido o para aquellos cuyas madres están ausentes de sus vidas por cualquier motivo, el Día de la Madre puede ser muy duro tanto emocional como mentalmente. Cada año, el Día de la Madre sirve de recordatorio de la pérdida tan dolorosa que hemos sufrido. Si bien el dolor ciertamente se vuelve más liviano con el tiempo, estos días específicos pueden desencadenar recuerdos que pueden provocarnos un bajon emocional. Lo importante que hay que recordar es que nunca estamos solos en este sentimiento, y muchas personas lo han pasado y están dispuestas a ofrecer apoyo y amor. Los lazos que las personas crean con sus madres suelen ser inquebrantables. Encontramos muchos rasgos de nuestras madres en nosotros mismos debido a la forma en que nos criaron y la forma en que nos moldearon hasta el fondo. Por esta razón, incluso si nuestras madres no están con nosotros físicamente, todavía podemos sentir su presencia palpable dentro de nosotros. Su amor y su luz continúan y brillan dentro de nuestros corazones y siempre estarán ahí para guiarnos y protegernos incondicionalmente.
Aquellos que realmente amamos y que realmente nos aman nunca nos abandonan, especialmente nuestras figuras maternas. Los recuerdos y las lecciones que dejan en tu corazón se activan dentro de ti en el presente e informan las decisiones que tomas y las acciones que realizas. El recordatorio de su amor puede servir como una fuente infinita de consuelo y pertenencia en el mundo incluso cuando se han ido, porque se nos recuerda que nos dieron todo lo que pudieron para que pudiéramos ser felices y realizarnos en esta vida. Saber que dieron tanta energía por nosotros debe ser la fuente de nuestra propia energía para seguir adelante y validar el esfuerzo que hicieron por nosotros. Además, sabemos que el amor de una madre nunca muere porque siempre podemos usarlo como un impulso para convertirlo en amor por los demás y hacerlo multiplicar. Podemos tomar el gran ejemplo que nos han mostrado nuestras madres y que las madres que observamos en todo el mundo muestran a diario y difundirlo por todas partes, y hacer del mundo un lugar más amable y afectuoso. A medida que continuamos con su legado y sus ejemplos, siempre sabremos que tendremos que agradecerles y amarlas por todo lo que nos han dado.